La vicia villosa como cultivo de cobertura se ha trasformado en una herramienta de gran valor, gracias a todos los beneficios asociados con productividad y sustentabilidad que brinda. Entre otras ventajas, esta leguminosa disminuye la aplicación de herbicidas, ayuda al control de malezas, aporta nitrógeno a través de la Fijación Biológica de Nitrógeno (FBN) para el cultivo sucesor y genera efectos positivos sobre el estado físico del suelo, incrementando el balance de carbono y reduciendo la erosión –lo cual les proporciona estabilidad a los rendimientos y minimiza el impacto ambiental–.
A la hora de realizar un cultivo de cobertura, el principal objetivo del productor es lograr una correcta implantación y rápida cobertura en búsqueda de producir la mayor cantidad de biomasa aérea que, al final del ciclo, se traduzca en un volumen de materia seca igual o superior a los 5.000 kilos por hectárea.
La inoculación con cepas de Rhizobium leguminosarum biovar viciae –específica para vicia villosa– es el primer paso en ese camino, ya que aumenta la Fijación Biológica de Nitrógeno (FBN) y permite el aporte de este nutriente fundamental para la elaboración de proteínas y enzimas que mejoran el crecimiento de las leguminosas. Tal es así que la respuesta a la inoculación puede traducirse en incrementos que van del 40 al 100 % de producción de materia seca total, según la calidad del inoculante y la historia previa del lote.
En el camino de ganar rindes, el segundo paso es acompañar la inoculación con una fertilización balanceada a la siembra en pos de generar una sinergia entre los resultados de la nutrición biológica y la química. Ensayos a campo indican que la adopción de ambas prácticas permite hasta duplicar la producción de materia seca de vicia villosa, al igual de lo que ocurre en cultivos de alfalfa para forraje.
Para citar un ejemplo, en Freyre –Córdoba– se realizó un ensayo para observar el comportamiento de vicia villosa en diferentes tratamientos, sembrada el 9 de mayo de 2020 y antecedida por un lote de soja. Los rendimientos fueron: 1886 de kg de MS por hectárea para el cultivo testigo sin tratar; 3.344, para el cultivo solo inoculado y 3.800 y 5.913, para el cultivo inoculado y fertilizado a menor y mayor dosis respectivamente.
Desde el punto de vista de la nutrición, en este ensayo se utilizó la nueva tecnología de Microstar CMB, un fertilizante microgranulado que, además de aportar probados macronutrientes (fósforo, azufre y calcio), le provee al cultivo zinc, cobalto, molibdeno y boro. Estos últimos son micronutrientes esenciales que mejoran la FBN y de muy difícil dosificación a campo, ya que implican consumos pequeños (gramos/hectárea).
A este atributo de Microstar CMB, se le suma la posibilidad estratégica de poder ser agregado a la siembra junto a la semilla (correcto lugar y momento) sin generar fitotoxicidad a las dosis recomendadas (de 20 a 40 kg/ha). Estas condiciones maximizan la rápida entrega de un pool de nutrientes balanceados, que favorecen planteos homogéneos (plantas/m2), bien nutridos, sanos y vigorosos desde el arranque.
En suma, se estima que un cultivo de vicia villosa correctamente inoculado y fertilizado puede lograr un rendimiento de 5.000 kg de MS/ha, el cual aporta un aproximado de 150 kg de nitrógeno (N) por hectárea. Para igualar este aporte de N, se deben aplicar unos 326 kg de urea/ha, equivalente a 163 U$S/ha según precios de febrero 2021. Solo este valor cubre holgadamente los costos de implantación y, más aún, si se monetiza el ahorro en otro tipo de insumos como los herbicidas utilizados en un barbecho convencional o el aprovechamiento temporal que se realiza en algunos planteos ganaderos.
En cuanto al cultivo posterior a la vicia, el maíz ha ganado más protagonismo, respaldado por numerosos estudios de Aapresid y del INTA que demostraron aumentos significativos en el rendimiento de los tratamientos con antecesor vicia, además de reducir la dosis de fertilización nitrogenada necesaria para lograr los máximos rendimientos.