En algunos casos, esas diferencias se podían anticipar visualmente ya que responden al manejo inadecuado de malezas. En otros casos, donde el control fue el conveniente y la genética, fecha de siembra y ambientes fueron similares; se demostró que las diferencias de rinde responden, principalmente, del planteo nutricional con el cual se trabajaron los diferentes lotes.
Los datos provenientes del relevamiento de la bolsa de Buenos Aires publicados el año pasado ya dimensionaban que tan solo el 13% de los lotes agrícolas reciben un análisis para su evaluación y definición de uso de los nutrientes necesarios para maximizar la producción. De esta forma, podemos asegurar que existe una gran correlación entre los resultados observados y el nivel heterogéneo de uso de este tipo de tecnologías donde todavía hay mucho por avanzar.
Por otro lado, productores más conscientes de la importancia en las estrategias de fertilización, que habían monitoreado sus lotes previos a la siembra, comenzaron a incluir micronutrientes como el Zinc, lo que promovió mayores rindes debido a su incidencia positiva para el desarrollo radicular temprano y a su implicancia en el correcto funcionamiento hormonal de los cultivos.
En menor grado, pero con mayores resultados aún, están aquellos productores que hoy están trabajando con un manejo de mediano y largo plazo. Además de seguir un plan de rotación intensiva que busca capturar la mayor cantidad de radiación (todavía gratis) para convertirla en biomasa, estos casos plantean una estrategia nutricional con foco en el sistema a través de los tradicionales commodities pero complementando con fuentes de nutrientes de alta tecnología que les permite lograr gran estabilidad y buenos resultados, incluso en los llamados “años malos”. “En este esquema, nuestra propuesta de los nuevos fertilizantes microgranulados son una excelente solución.
Cada microgránulo tiene una composición balanceada de nutrientes y pueden ser aplicados junto a la semilla asegurando una rápida disponibilidad y absorción por parte del cultivo. Este modo de acción potencia el desarrollo homogéneo, tanto de la raíz como de la parte aérea (generando una captura diferencial de dos de los nutrientes principales: luz y agua) y favorece a la obtención de mejores márgenes incluso en lotes de alta fertilidad química natural (medida en ppm de Fósforo).
Particularmente en el caso de las leguminosas, se ha comprobado además la importancia de complementar la nutrición química balanceada con una correcta inoculación biológica.
Claramente existen muchos desafíos por delante, pero uno de los más trascendentales consiste en animarse a utilizar el conocimiento y las innovaciones tecnologías disponibles para reducir las “brechas” y aumentar la productividad.